sábado, 4 de junio de 2011

Víctor José Maicas. Artículo.






COSTA RICA: SOSTENIBILIDAD ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO.

             Cuando todavía tenemos muy fresco en nuestra memoria el desastre nuclear de Japón, recientemente la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha informado que, a pesar de la crisis financiera global, las emisiones de gases contaminantes de CO2 han supuesto un nuevo récord durante el año 2010.
 
            Así pues, es por tal motivo por el que hoy me he visto obligado a escribir sobre Costa Rica, ese pequeño país que, en cierto modo, es un ejemplo de sostenibilidad frente a esa vorágine de crecimiento no sostenido en la que sin duda han entrado la mayor parte de los países desarrollados. Por lo tanto, hoy les hablaré de lo que vi en ese país centroamericano cuando lo visité hace unos tres años, y podrán comprobar que la calidad de vida de sus gentes no tiene en absoluto nada que envidiar a la de todos aquellos que vivimos en los países más industrializados.
Conocida como la Suiza de Centroamérica por la calidad de vida de sus habitantes con respecto a los países de su entorno, este pequeño país sin ejército ha sabido conservar su gran riqueza ecológica a pesar del cada vez más numeroso turismo que invade sus impresionantes parques naturales, por lo que en este rincón del planeta todavía se puede observar claramente la naturaleza en su estado puro.
            Así es, Costa Rica es un conglomerado de parques naturales en los que la naturaleza nos muestra todo su esplendor y magnificencia: desde zonas pantanosas y manglares hasta volcanes en plena actividad, pasando por espectaculares bosques tropicales y playas vírgenes en donde poder perderse sin miedo a ser encontrado.
            Sería imposible definir en un simple artículo toda la magia que nos ofrece este bello país, pero intentaré aunque sea en unas cuantas líneas resumir algunas de las sensaciones que sentí al visitar alguno de sus parques.
            El primero en el que decidí adentrarme fue en el de Tortuguero, ese paraje natural que muchos definen como el “Amazonas Centroamericano”. Me habían hablado mucho y bien de él, pero lo que mis ojos pudieron contemplar superó hasta mis expectativas más optimistas, pues el respeto a la naturaleza es tal, que no existen carreteras para el tránsito de vehículos terrestres en sus dominios. Es a través de los canales y manglares por donde te introduces al parque, contemplando en vivo y en directo la explosión de vida que se produce a cada instante. Monos aulladores, cuyos estridentes sonidos te estremecen por momentos, caimanes en busca de presas, pájaros de mil colores exhibiendo todo su esplendor y, cómo no, tortugas, esas precisamente que dan nombre al parque, pues Tortuguero está considerado uno de los lugares por excelencia en el cual las tortugas gigantes desovan a lo largo del año. Recuerdo sobremanera el sugerente paseo en plena noche en el cual pude observar el inigualable espectáculo que se produce cuando una de estas tortugas, en pleno trance, desova y entierra meticulosamente los huevos en un apartado rincón de la playa. Pero en este espectacular parque no sólo pude contemplar la naturaleza en sí, sino también esa armonía con el medio natural en la que viven los habitantes de este lugar: casas con vistosos colores como emulando su entorno, niños asistiendo a la escuela en clases al aire libre, y una existencia relajada y pausada por parte de los lugareños en la que el estrés se convierte en tan sólo una simple palabra sin sentido en este rincón del mundo.
            Y después de, precisamente, haberme curado en Tortuguero de parte del estrés que traía de Europa, decidí entonces visitar otra de las maravillas de este país, el Parque Nacional del Volcán Arenal, siendo allí donde descubrí el gran poder que en ocasiones tiene la naturaleza. Este volcán activo te estremece el alma cuando, sin pedir permiso, escupe rocas incandescentes entre atronadores e inquietantes sonidos. Aún así, y según dicen los lugareños, su actividad está bastante controlada, motivo por el cual la vida de los habitantes de sus alrededores transcurre de una forma tranquila y sin excesivos sobresaltos. Así pues, resulta todo un placer sumergirte en las “Termas de Tabacón” desde donde puedes observar, relajando tu cuerpo entre las aguas de este balneario natural, toda la exuberante naturaleza que te rodea mientras observas atónito la espectacularidad de la gran montaña de fuego.
            Para los últimos días de mi estancia en Costa Rica opté por “perderme” entre la magia y suntuosidad de las playas de Guanacaste, en la costa del Pacífico, unas playas vírgenes en las cuales puedes llegar realmente a perderte de una forma literal de todas esas miradas y actitudes extrañas que en tantas ocasiones no nos dejan relajarnos como quisiéramos. Sí, resulta maravilloso poder aislarte por unos instantes del estrés de la vida moderna, precisamente en un lugar paradisíaco en el que la Madre Naturaleza nos muestra todo su esplendor y espectacularidad.
            Evidentemente, fueron muchas más cosas las que llegué a sentir en este maravilloso rincón del planeta, por lo que les recomiendo que, si tienen ocasión, no dejen de visitar este país para que así tengan un motivo más para comprender lo importante que es mantener todo aquello que la naturaleza nos regala, y podamos así combatir con todas nuestras fuerzas el terrible daño que se le está haciendo al planeta a través de esa incontrolada industrialización que, por regla general, tan sólo beneficia y hace ricos en gran medida a unos cuantos en detrimento de toda la humanidad.
            Así pues, quizá tengamos que aprender mucho en este sentido de ese pequeño país llamado Costa Rica, un lugar en el cual la sostenibilidad está dando sus frutos y en donde sus habitantes han sido capaces de respetar y conservar el maravilloso entorno que les rodea, sin que ello les haya ocasionado perder calidad de vida.


Víctor J. Maicas.
*escritor.
Desde Castellón.