domingo, 28 de agosto de 2011

Josel Fernández Martínez. Poesía.






EL MALTRATADOR

Cuando en furia y arrebato
pierde el rumbo y la noción,
confunde el mal de sus actos
cometiendo vil acción.
Sucia mano que se ensaña
con la mujer y el menor.
Indefensos se arrodillan
asaltados de temor.
Maltrato psicológico
colmado de vejaciones.
Recovecos de malsanas
y crueles intenciones.
Salpicada en miedo y sangre
mortal carne atormentada.
Con la palabra ofendida
y por golpes machacada.

Josel Fernández.
Desde Valencia.



Francisca Martínez Usero. Poesía




UN POBRE RETAL

(En reconocimiento a las amas de casa).


“Centinela callado de sueños
donde el alma se despereza”.

Y en un pobre retal…

Voy cosiendo recuerdos
con los hilvanes del tiempo.
Que hace asomar la angustia,
para acabar en consuelo.

¡Remiendos de indiferencia!
¡Zurcidos de vanidad!
Corto un patrón a mi vida
con tijeras de olvido.

Y enebro la aguja de la experiencia
con el hilo del tesón.
Una hebra larga, generosa, confiada.

Descosiendo los errores
para un volver a empezar…
Con el dedal del empeño.

De la cesta del vivir
elijo el color apropiado.
Y sobrehilo los deseos
con pespunte del mañana.

Algún día, perfilaré
los bordados del alma.
Mientras tanto…
Sólo doy puntadas.

“Abotona el ojal de tu corazón
en un completo abandono”.




Francisca M. Usero.
Desde Murcia.


Francisca Martínez Usero. Poesía






UN CORAZÓN ANHELANTE

Cuando la angustia me ahoga en mudas palabras.
Deambula el pensamiento, prófugo y maldito
sin hallar solaz, donde reclinar una frágil esperanza.

¡Oh, consuelo de consuelos!
¡Oh vida, que te me escapas!
Entre argucias de agorero,
me vas carcomiendo el alma.

He bajado a los infiernos de mí ser,
donde se retuerce la entraña.
Donde un gélido dolor te corroe,
y una punzante tristeza…mata.

Allí, donde no hay consuelo, sólo añoranza.
Donde las brumas del pasado te cercan,
y los pecados escupen tu cara.
Donde una oscura quietud, lo invade todo.

“La Nada”.
Aquí, no hay lágrimas ni suspiros.
Solo ausencia, solo calma.

Un estruendoso silencio…que grita callado.
Unos ojos que miran… sin ver.
Donde se corta el aliento.
Y las sombras…te abrazan.

No hay razón más propia
que sentir el “no ser,”
agazapado entre las telas del desánimo.

¡Que muerte más gloriosa!

Contemplo mi cuerpo,
sobre el marmóreo lecho del pasado.
Y en el leve pestañear del corazón…
Encuentro la Paz.

Donde una dulce doncella de triste mirar,
me lleva de la mano por esta azarosa vida.
¡Mi amada Soledad!
Cruel en tus besos…dadora de Verdad.

Soy…

“Un corazón anhelante,
preso en una lágrima”.
Con los gemidos del hoy,
perdido en el mañana.

Francisca M. Usero.
Desde Murcia.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Rosa María Lorenzo. Poesía






Mujer Maltratada
(Liras)

¡Cuánta mujer marchita
en la flor de su núbil juventud!
rea de un troglodita
que asoló su virtud
tratándola con infame acritud.

Gritos de dolor, llanto,
el horror se agazapa tras la puerta
cerrada a cal y canto.
La madre yace muerta,
en los ojos de su niño, el espanto.

El cobarde asesino,
mortal enemigo, marido y padre,
decidió el cruel destino
del hijo y de la madre
y en la sociedad, no hay perro que ladre.

El “héroe” de la historia,
asomado a un atisbo de cordura,
el suicidio, la gloria;
ve en la muerte ventura
para escapar de su impía locura.

¿Qué obscura sinrazón
infecta a la sociedad actual
que no ve la ocasión
de desterrar el mal
que corre por sus venas, cual caudal?

Obvia el letal veneno,
absorta como está en sus vacuidades,
fluyendo tan ajeno
a prístinas verdades,
que muestra sin cesar sus necedades.

Y dormimos tranquilos,
aun conviviendo en la misma escalera,
el vecino machista
y su fiel compañera
que en un infierno vive y desespera.


Rosa María Lorenzo.

Desde Galicia, España.

Josel Fernández Martínez. Poesía.




NO MATÉIS LA RISA AL NIÑO


Qué tristes amaneceres
por el llanto atormentado
de niños y de mujeres
que el dolor ha maltratado.

Niños con ojos plagados
de sollozos y amargura,
juegos de niños truncados
por culpa de la locura.

¡ Dejad vivir su inocencia
sin turbar sus dulces sueños,
no permitid la demencia
ni pretended ser sus dueños !

¡ Dejad que tengan ingenio
y que Simbad surque el cielo,
que Aladino encuentre al genio
y que el niño halle consuelo !

¡ No maltratéis al chiquillo,
no ahoguéis su voz y su canto,
no detengáis con cuchillo
su rebeldía y encanto !


Josel Fernández Martínez.
Desde Valencia, España.

jueves, 18 de agosto de 2011

Daniel Gorosito Pérez. Artículo.



                                                                                   
                                               EL PROFETA ORWELL
                                       


En 1949, hace 60 años fue publicada 1984, la última novela de George Orwell. Sesenta años después de llegar a manos de los lectores 1984 no ha perdido vigencia. Por el contrario, sus predicciones se han convertido, para bien o para mal, en profecías.

Algunas de las profecías ya se han hecho realidad. El “gran hermano” está por todas partes, ha multiplicado su alcance gracias a las tecnologías de la información. En los últimos años, millones de cámaras han sido instaladas en las ciudades del mundo. Los agentes de policía pasan buena parte del tiempo detrás de una pantalla, atentos a cualquier movimiento extraño.

Pero 1984 no es una novela de ciencia ficción como muchos creen. Es ante todo una novela política. Y en particular, una novela sobre el poder de la mentira y las mentiras del poder.

En 1984, el Ministerio de la Verdad dice mentiras, el Ministerio de la Paz hace la guerra y el Ministerio del Amor practica la tortura. La situación parece perversa. Pero no es irreal.

Incluso en las democracias “avanzadas”, los gobiernos emplean cientos de profesionales de la mentira con el propósito de distorsionar la realidad, de encubrir o exagerar según convenga.

Previsiblemente los profesionales de la mentira son llamados asesores de imagen o expertos en comunicación. Los eufemismos a la mejor manera orwelliana, sirven incluso para enaltecer a quienes los inventan por encargo.

En 1984, el poder tiene la capacidad de inventar una realidad conveniente. La verdad es promulgada por el partido: “2+2=5”, esa es la verdad.

El totalitarismo, ya lo sabemos, comienza con la propaganda, con la manipulación de las emociones. Pero incluso en los regímenes democráticos, el poder depende de las mentiras.

La televisión, por ejemplo, es muchas veces utilizada como medio de adoctrinamiento masivo, de fabricación de la verdad. “Si no controlamos la televisión, no controlamos nada”, le dijo un alto militar peruano a Vladimiro Montesinos el “Rasputín” del ex presidente Alberto Fujimori en un momento de lucidez orwelliana.

Tal vez sea equivocado juzgar a un novelista por la pertinencia de sus profecías. Pero con Orwell el ejercicio es inevitable.

En 1984,  Orwell quiso, ante todo, plantear un escenario probable, implausible en algunos detalles pero no descabellado.

Si el poder político adquiere la capacidad de vigilar la vida de las personas y de controlar la realidad, las consecuencias, quién lo duda, serían catastróficas.

“El problema, escribió Orwell, es la aceptación del totalitarismo por los intelectuales de todos los colores. La moraleja de esta pesadilla peligrosa es simple: no permitan que ocurra, depende de ustedes”.

                                         
Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez
e-mail: danielgorosito@prodigy.net.mx
Desde Uruguay





Daniel Gorosito Pérez. Poesía





TIERRA PROMETIDA


El sol quedó en mi mano,
pronóstico agorero
alimenta el fuego eterno
de la vida.

Las rosas se despiertan,
el viento traslada su perfume.

Un tren se pierde en la distancia
de la imperfecta geografía.

Los migrantes
sobre el techo de los vagones
cual cortejo de alebrijes,
pasajeros de palabras fugaces
domesticando los monstruos internos.

Rumbo a la tierra prometida,
donde el dolor, la pobreza y
la tristeza se olvidan.

Donde amasarán pan
con sus lágrimas.

 Daniel Gorosito.
Desde Uruguay.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Marisa Pascual. Poesía



HAMBRE

Hijo mío...
tu llanto se me clava en mis entrañas,
me envenena sin quererlo,
me convierte en tu guadaña.

¡Hijo!,
¿qué no haría yo por ti
sino colmarte de los dones y los bienes
de esta tierra de dos mundos
que a mordiscos y con saña
nos arranca lo más digno
nos destina por capricho
a subsistir de la nada?

Hijo mío...
¡qué desgarro de mi alma!,
¡qué lóbrego mi cielo!,
cuando observo con lamento
esos ojos apagados,
encharcados,
asustados,
los ojos de quien no comprende
el infierno que padece,
los espejos que reflejan
el olvido de la gente,
el mar embravecido
peligroso por su brío,
el aire huracanado
imposible de surcar.

¡Hijo mío!...
tu cuerpo consumido
me anuncia que la tierra
te reclama
por venganza,
por olvido,
por desprecio,
empujándote al vacío
al antojo de cobardes
con escudos de titanes
jugando sucio al libre albedrío.

¡Reclamo el derecho
como persona que soy
para proveer a mi niño
del sustento y del cobijo,
de la vida que se escapa
por los poros de su piel,
por su boca agonizante,
por su corazón hecho hiel!...

¿Qué más tengo ya que ver?

Y aquel hombre de esa tribu...
y esas palabras que transmite...
y aquel Dios del que habla...
y ese otro reino que predice...

Invoco a ese Dios,
¡suplico su poder!,
reclamo que nos traiga
ese reino del que habla

Imploro a ese Dios
el pan de ese otro mundo,
el agua de su lluvia,
el calor de sus abrigos,
el techo que les cubre.

¿No es bondad la que predicas
cuando por ti hablan
bocas de palabras
llenas de promesas y esperanza?

¿No es justicia la que
obligas a esperar
de los que por ti suspiran,
de los que por ti anhelan
formar parte de tu vida?

¿Cómo ha de ser mi aflicción
para que tú ¡Oh Dios!
extiendas tu mano
y me des esto que te imploro
con empeño y con desgarro?

¿Cómo ha de ser mi llanto,
cómo mi pena
para que me liberes la condena
y le hagas meritorio
de tu tierra?

¡No cierres los ojos!
¡No te hagas el sordo!...

Si el cielo se estremece
y la muerte le torea,
si la tierra implora por su vida,
si el aire le acaricia,
si el sol le templa
y la luna le susurra,
si su madre muere por la pena,
si la tierra ruega por la dicha
de ver cómo mi niño
rebosa de vida...
¿qué no harías tú, oh Dios
al ver que mi ángel
extiende sus alas para borrarse?

¡No permitas que se vaya!
haz al menos un milagro
¡llénale de vida!,
¡sóplale tu viento!,
¡pliégale sus alas!,
¡dale algún aliento!.

¡Oh madre tierra!
me consumo de tristeza...
si el gran Padre no me escucha,
si su aliento me destierra,
¡atrápame también a mí!,
¡riégame mis alas!,
y juntos, mi hijo y yo,
seremos tus semillas.

Y dejándome morir,
muero en compañía,
indignada y abatida,
resignada y compungida,
abandonada a la deriva
por un Padre que no escucha
los clamores de su hija.

¡Maldito hombre de esa tribu
cargado de mentiras!
¡malditas palabras de esperanza
labradoras de venganza!
¡maldita la ignorancia temeraria
que pinta de abundancia
la ruina de mi vida!


Marisa Pascual Montero
Desde Madrid, España







martes, 16 de agosto de 2011

Enrique Arias Vega. Artículo





El Mercado... Eres Tú

     Uno de los eslóganes más repetidos en los últimos tiempos, tanto por los indignados del 15-M, como por algunos políticos populistas, es que hay que vivir al margen de los mercados financieros, como si se tratase de una opción voluntaria, que uno toma o deja de tomar, como el tinto de verano o los pinchos de tortilla.
    
     Lo siento, pero el mercado, los mercados, son consustanciales a las relaciones humanas desde que alguien cambió parte del venado que había cazado por las coles que otro había cultivado.
Por eso, el deseo de aislarse de los flujos de intercambio económico quizá sea bienintencionado, pero resulta utópicamente absurdo: es tan inútil como querer abolir la ley de la gravedad.
    
     A un amigo mío que critica a menudo mi liberalismo por considerarlo reaccionario y trasnochado le gusta poner rostro a esos abstractos mercados financieros y los imagina como una reunión de siniestros personajes de copa y puro especulando con nuestras vidas en unos enormes y enmoquetados despachos. El otro día no pude resistirme y parafraseé los conocidos versos de Bécquer: "¿Qué es el mercado?, dices mientras clavas/ en mi pupila tu pupila azul./ ¡Qué es el mercado! ¿Y tú me lo preguntas?/ El mercado eres tú".
"¿A qué viene esa tontería?", me preguntó.
Le expliqué que el dinero con el que la Seguridad Social atiende sus prestaciones no está en un cajón, sino que fluye por los dichosos mercados para aumentar su rentabilidad. Lo mismo sucede con su cuenta corriente en el banco. También su plan de pensiones está invertido en activos financieros y la entidad que lo gestiona los vende y los compra según la confianza que le merezcan unas inversiones u otras.
"Ya ves", le dije, "tú, yo y millones de pequeños ahorradores conformamos ese mercado que toma decisiones, pondera dónde meter el dinero y con sus actos es capaz de hacer bajar la Bolsa o encarecer la deuda de Grecia, pongo por caso".
No quedó muy convencido el hombre, ni cuando le expliqué que los fondos que manejan los ahorros de millones de jubilados japoneses, por ejemplo, tienen que andar mirando el euro —en su caso, el yen— precisamente en beneficio de los pobres pensionistas nipones y no les tiembla el pulso a la hora de mover billones de un sitio a otro, pese a las turbulencias que ello cause en el mercado de valores.
    
      Nada de esto impide que haya que establecer unas reglas de juego claras y justas, por supuesto. Lo mismo sucede con las normas de tráfico y a nadie se le ocurre que no se deba circular por las carreteras.


Enrique Arias Vega.
Desde Valencia, España.

Enrique Arias Vega. Artículo






El Malestar Del Bienestar


    Antes del tripe asesinato de Birmingham, ya me lo había advertido una hija mía que trabaja en Londres: "Los más perjudicados por estas algaradas son los pobres paquistaníes que han invertido el trabajo de toda su vida en los comercios saqueados".
    Los motines de estos días no son, pues, consecuencia de revueltas raciales o sociales, sino el desahogo de gentes marginales que ni tienen empleo ni lo buscan, ya que prefieren vivir parasitariamente de la asistencia social sin contraprestación alguna. Son, como dice David Cameron, el síntoma de una grave enfermedad colectiva.
    Hace veinte años, cuando los disturbios raciales de Los Angeles, ya lo señaló el líder demócrata afroamericano Jesse Jackson: "No hay que acostumbrarse a vivir al margen del sistema, sino a integrarse y a progresar en él".
    Lo cierto es que en Gran Bretaña y otros países europeos la independencia de sus colonias produjo hace medio siglo las primeras avalanchas de inmigrantes con derecho a la ciudadanía. Desde entonces, el fenómeno no ha hecho más que aumentar, a la par que la mala conciencia occidental por las tropelías cometidas con los "condenados de la tierra", que decía el argelino Frantz Fanon.
    La ayuda económica a individuos y a grupos que perpetúan así su marginalidad ni les sirve a ellos ni le protege a la sociedad de sus episódicos desmanes. En cambio, les perjudica, al acostumbrarles a vivir sin estímulos y, sobre, todo daña a los auténticos necesitados —pensionistas, parados, discapacitados...— que ven cómo disminuyen sus prestaciones a medida que crece la voracidad de quienes insolidariamente se aprovechan del sistema.



Enrique Arias Vega.
Desde Valencia, España.

jueves, 11 de agosto de 2011

Rosa María Lorenzo. Poesía







DE LA INCONSCIENCIA
(Soneto)


Cada vez entiendo menos al hombre
que, sin piedad, a este su mundo daña;
volcando en él con indecible saña
horrores y sufrimientos sin nombre.

Y dioses son de grande renombre
los que se inflan sembrando cizaña,
,segando de golpe con su guadaña
la sana semilla del genial pro-hombre.

¡Cuánta inconsciencia el ser humano alberga!
y de esa ceguera surge el encono
que brota sin ley en su cínica jerga.

Mejor sería, mil veces, ser mono
que el caminar erguido aún posterga,
a dejar al mundo en fiero abandono.

Rosa María Lorenzo Álvarez.

Desde Vigo (Galicia), España.

Rosa María Lorenzo. Poesía






SONETO
Devolvednos la dignidad perdida
esclava de tanto chorizo ilustre
magreada hasta su total deslustre,
obviada por la justicia vendida.

Camada de verracos mantenida
replicándonos desde el balaustre,
a nuestro bolsillo sacando lustre,
cercenando nuestra conciencia unida.

Indignado está el pueblo en su agonía
ante la crisis que habéis generado
robando hasta la última alcancía.

Escuchad el clamor soliviantado
alzándose contra la hegemonía
lobuna de nuestro actual estado.

Rosa María Lorenzo.
Desde Vigo, España.

domingo, 7 de agosto de 2011

Víctor José Maicas. Artículo




POR  QUÉ  SE  NIEGAN  TAN  ROTUNDAMENTE  A  REDISTRIUBIR  LA  RIQUEZA?


                Creo  que  ha  llegado  ya  el  momento  de  exigir  a  todos  aquellos  que  ostentan  el  poder  o  tienen  pretensión  de  tenerlo  a  corto  plazo,  que  nos  digan  bien  a  las  claras  por  qué  se  niegan  en  rotundo  a  redistribuir,  aunque  sea  mínimamente,  la  riqueza.

                Más  o  menos,  casi  todos  sabemos  el  porqué  (si  alguien  aún  tiene  dudas,  le  recomiendo  leer  mi  artículo  publicado  en  Bottup.com  “¿Qué  significa  el  dinero  para  los  ricos?”),  pero  al  menos  los  que  nos  gobiernan  deberían  tener  la  decencia  moral  de  no  seguir  engañando  a  la  ciudadanía  con  esa  “desinformación  manipulativa”  a  la  que  nos  tienen  acostumbrados.  Pero  más  que  acostumbrados,  lo  que  nos  tienen  es  ya  hartos,  sí,  ¡hartos!,  pues  no  hay  ninguna  justificación  moral  posible  ante  esa  pretensión  de  seguir  manteniendo  los  paraísos  fiscales  y  la  economía  especulativa  (creo  que  no  nos  consideran  a  todos  tan  estúpidos  como  para  creernos  que  si  las  grandes  economías  mundiales  están  de  acuerdo  en  suprimir  los  paraísos  fiscales,  países  como  por  ejemplo  Singapur  o  las  Islas  Caimán   nos  declararían  “la  guerra”)  ¡Ah!,  por  cierto,  supongo  que  ya  saben  que  de  cada  inversión  en  economía  productiva,  es  decir,  crear  fábricas  y  demás,  en  la  actualidad  existen  más  de  200  operaciones  de  economía  especulativa  (y  ya  deben  saber  también  que  los  especuladores  no  suelen  pagar  impuestos  como  el  resto  de  ciudadanos). 
E igualmente  es  una  indignidad  y  una  gran  falta  de  moral  pretender  que  sea  casi  únicamente  el  pueblo  llano  con  impuestos  indirectos  como  el  IVA,  o  con  la  supresión  de  parte  del  estado  del  bienestar,  el  que  pague  todos  los  desmanes  que  los  que  manejan  el  gran  poder  han  provocado  con  su  avaricia  y  ambición  sin  límites.  Pero  además,  lo  más  irritante  del  caso  es  que,  a  pesar  de  esta  gran  crisis,  a  las  grandes  fortunas  y  a  las  grandes  transacciones  financieras  no  se  les  pide  ni  un  mínimo  esfuerzo,  sino  más  bien  todo  lo  contrario,  pues  a  menudo  sus  “milagrosas”  (y  repugnantes,  por  decirlo  ya  sin  tapujos)  recetas  consisten  en  bajar  los  impuestos  a  los  más  pudientes  e  instaurar  probablemente  el  co-pago  sanitario  a  ese  63%  de  mileuristas  (y  también  al  resto  de  la  clase  trabajadora,  incluidos  autónomos)  que  apenas  pueden  llegar  a  final  de  mes.  Y  no  se  quedan  ahí,  no,  también  quieren  subir  las  tasas  universitarias  (como  antaño,  dentro  de  poco  sólo  podrá  estudiar  el  que  tenga  dinero),  alargar  la  jubilación  y  congelar  las  pensiones,  así  como  también  ligar  el  salario  a  la  productividad  (pero  claro,  no  se  crean  que  son  tontos,  si  la  empresa  gana  mucho  dinero  supongo  que  pondrán  un  tope  salarial,  mientras  que  si  los  beneficios  no  son  los  esperados…  “a  joderse  y  a  aguantarse  los  de  siempre”,  como  vulgarmente  se  suele  decir).
                Todos  sabemos  que  para  solucionar  el  agujero  que  ha  dejado  la  banca  a  nivel  mundial,  se  ha  utilizado  dinero  público  para  salvar  su  pellejo  (un  dinero  que  debería  dedicarse  a  ofrecer  préstamos  a  las  pequeñas  y  medianas  empresas,  así  como  también  a  mantener  el  estado  del  bienestar).  Pues  bien,  ahora  resulta  que  para  solucionar,  por  ejemplo,  el  déficit  de  las  autonomías,  no  se  les  pide  a  los  que  más  tienen  que  colaboren  proporcionalmente  con  sus  impuestos  como  lo  hace  cualquier  ciudadano,  sino  que  su  “mágica  solución”  es,  como  acabo  de  decir,  continuar  con  los  impuestos  indirectos  y  acabar,  casi  definitivamente,  con  el  estado  del  bienestar.  ¡Ah!,  y  si  tienen  tiempo  les  recomiendo  que  lean  mi  artículo  también  publicado  en  Bottup.com  “¡A  privatizar!”,  pues  ésta,  la  privatización,  es  otra  de  las  “grandes  soluciones”  que  algunos  recomiendan  para…  ¡acabar  de  expoliar  definitivamente  los  recursos  del  Estado,  es  decir,  los  recursos  de  todos  nosotros!
                De  todas  formas,  y  como  ya  he  dicho  en  alguna  que  otra  ocasión,  esa  avaricia  sin  límites  les  hace  caer  en  la  ceguera,  por  lo  que,  tarde  o  temprano,  será  la  gente  la  que  ya  asfixiada  y  sin  ningún  tipo  de  esperanza,  les  pida  responsabilidades  por  su  usurero  y  despreciable  comportamiento  (no  hay  más  que  dar  un  rápido  vistazo  a  la  historia  para  comprender  esto).  Eso  sí,  los  cambios  pueden  ser  dialogados,  siempre  y  cuando  reconozcan  a  tiempo  la  verdadera  situación  cada  vez  más  precaria  de  la  población,  o  traumáticos,  cuando  se  producen  en  el  momento  en  el  cual  una  gran  mayoría  ya  no  tiene  casi  nada  que  perder.
                Así  pues,  ellos  tienen  la  penúltima  palabra,  ya  que  el  pueblo,  que  todavía  está  esperando  una  solución  justa  y  dialogada,  es  siempre,  mal  que  les  pese, el  que  finalmente  tiene  la  última  palabra.



Víctor  J.  Maicas.
*escritor 
Desde Castrellón, España.