TIERRA PROMETIDA
El sol quedó en mi mano,
pronóstico agorero
alimenta el fuego eterno
de la vida.
Las rosas se despiertan,
el viento traslada su perfume.
Un tren se pierde en la distancia
de la imperfecta geografía.
Los migrantes
sobre el techo de los vagones
cual cortejo de alebrijes,
pasajeros de palabras fugaces
domesticando los monstruos internos.
Rumbo a la tierra prometida,
donde el dolor, la pobreza y
la tristeza se olvidan.
Donde amasarán pan
con sus lágrimas.
Daniel Gorosito.
Desde Uruguay.
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