UN CORAZÓN ANHELANTE
Cuando la angustia me ahoga en mudas palabras.
Deambula el pensamiento, prófugo y maldito
sin hallar solaz, donde reclinar una frágil esperanza.
¡Oh, consuelo de consuelos!
¡Oh vida, que te me escapas!
Entre argucias de agorero,
me vas carcomiendo el alma.
He bajado a los infiernos de mí ser,
donde se retuerce la entraña.
Donde un gélido dolor te corroe,
y una punzante tristeza…mata.
Allí, donde no hay consuelo, sólo añoranza.
Donde las brumas del pasado te cercan,
y los pecados escupen tu cara.
Donde una oscura quietud, lo invade todo.
“La Nada”.
Aquí, no hay lágrimas ni suspiros.
Solo ausencia, solo calma.
Un estruendoso silencio…que grita callado.
Unos ojos que miran… sin ver.
Donde se corta el aliento.
Y las sombras…te abrazan.
No hay razón más propia
que sentir el “no ser,”
agazapado entre las telas del desánimo.
¡Que muerte más gloriosa!
Contemplo mi cuerpo,
sobre el marmóreo lecho del pasado.
Y en el leve pestañear del corazón…
Encuentro la Paz.
Donde una dulce doncella de triste mirar,
me lleva de la mano por esta azarosa vida.
¡Mi amada Soledad!
Cruel en tus besos…dadora de Verdad.
Soy…
“Un corazón anhelante,
preso en una lágrima”.
Con los gemidos del hoy,
perdido en el mañana.
Francisca M. Usero.
Desde Murcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario