sábado, 21 de mayo de 2011

Francisca Martínez Usero. Poesía




UN  ÁPICE DE CORDURA

“Sólo quiero un ápice de cordura,
en un mundo de singular torpeza”.

¡Ensordecida razón! De  vanagloria manida.
¡Locuaces tropelías! De oportunistas
sin escrúpulos.

Vacían el templo de la caridad,
los que un día no muy lejano…
Mendigaran a sus puertas.

¡Embobecida juventud! ¡Marionetas del poder!

¡Despertad! Sois la esperanza de muchos…
Que agoniza por las esquinas,
en embriagada complacencia.

¡Romped el hechizo de una vulgar idiotez!
Alucinación perentoria,
tras la droga del conformismo.

¡Héroes sin patria, sin bandera!

Buscad la llama viva de la Verdad,
que otros en afanada entrega…
Dieron su sangre por un ideal.

Esta es vuestra insignia y tarea.

¡Luchad por un mundo mejor!
¡Aplastad estas fieras!
¡Mira tus manos! Mañana… ¿Qué queda?


Para aquellos jóvenes que buscan un por qué.

Francisca Martínez Usero
Desde Murcia

Francisca Martínez Usero. Poesía






LA ENVIDIA

Envidia, mala consejera del saber.
Y el entender se estremece…
Aterido por el gélido viento del egoísmo.
No encuentra razón, al porqué de su desdicha.

Entrañas carcomidas por la polilla de la avaricia.
Nada satisface un corazón hambriento de poder…
Mientras seca el baldío huerto de su vida
quedando yermo… una brisa desoladora.

Engulles la generosidad, como monstruo de dos cabezas.
Con una, descuartizas la bondad de un existir…
Y con la otra, devoras lo mejor de ti mismo.
¡Pies que aplastan la honradez del hombre!

¡Sangre que lava la culpa del débil y oprimido!

Y sin quererlo, le revistes con purpura de nobleza.
¡Ególatra! Te hundes en el pozo más ciego de tus miserias,
no quieras que alguien se mire en ti
pues mancharía su rostro, con la peor de las inmundicias.

Espero que un día escuches a tu hermana
cuan dádiva preciada ¡ Sabia entre las sabias!
Y cogidas de la mano, aunéis vuestras fuerzas
en equidad, con mesura … por el bien de este mundo.

Los tesoros de esta tierra, los quiero en la etérea sustancia
más preciada que el oro… EL AMOR.




Para Encarna, una mujer de próvido sentir.

Francisca Martínez Usero.
Desde Murcia

sábado, 14 de mayo de 2011

Víctor José Maicas. Artículo






SANTIAGO DE CHILE Y LA LUCHA POR LOS DERECHOS HUMANOS

    Hay ciudades y lugares que, a pesar de la distancia, a algunos nos parecen muy familiares y cercanos. Y en mi caso, a pesar de haber visitado este país hace tan sólo un año, la verdad es que mi interés y sentimiento por Chile empezó siendo tan sólo un adolescente.
    Sí, fue a través de las canciones de Víctor Jara cuando empecé a amar a este país y a las gentes que en él viven por haberse convertido, en cierto modo, en unos incansables luchadores por la libertad y en un símbolo por la defensa de los Derechos Humanos.
    Podría estar horas y horas escribiendo sobre las maldades e injusticias que en forma de torturas, asesinatos, desapariciones y humillaciones sufrió este pueblo como consecuencia del golpe de estado de Pinochet, pero eso es una historia que ya muchos conocemos y, en el caso de que algunos no la conozcan, les recomiendo que entren en la Web del “Museo de la Memoria y los Derechos Humanos” de Santiago de Chile, pues allí conocerán con todo tipo de detalles las grandes aberraciones que el ser humano ha sido capaz de cometer en todo el planeta, y en particular en este pequeño y entrañable país llamado Chile.
    Así pues, en este artículo prefiero pensar en mis paseos por las calles de Santiago y por aquellas alamedas a las que se refirió Salvador Allende, ¿recuerdan?... “mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”. Sí, tal y como pronosticó Allende, yo pude comprobar de forma personal que las grandes alamedas han vuelto a sentir el aroma de la libertad de un pueblo que jamás quiso que se la arrebataran. Un pueblo que luchó en su día, y sigue luchando en la actualidad, para que aquella libertad que le robaron los carros blindados y las bombas no se la vuelvan a arrebatar nunca jamás.
    Así es, durante aquellos días de estancia en Chile recordé que existen muchas cosas por las que vale la pena vivir, y una de ellas es, indudablemente, seguir luchando contra la sinrazón y en favor de un mundo más justo y equitativo. Y mientras paseando por las grandes alamedas de Santiago iba recordando viejas canciones de Víctor Jara como “Te recuerdo Amanda” o “El derecho de vivir en paz”, de repente sentí la obligación de escribir unas líneas para expresar, en cierto modo, mi agradecimiento a todas esas personas que lucharon por conseguir un mundo mejor. Ese texto al que les hago referencia lo pronuncié en uno de mis actos públicos, y si me lo permiten, me gustaría que sirviera de colofón a este artículo:

    Este pasado verano visité el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile, un lugar en el cual se nos recuerda las barbaridades que el ser humano es capaz de cometer y, lamentablemente, olvidar, y el olvido, por desgracia, es la primera piedra de una nueva barbarie.
No, no debemos olvidar, no por venganza, sino por vergüenza. Así es, por vergüenza, para intentar así que este tipo de hechos cree un rechazo sistemático en la sociedad y que todos aquellos dispuestos a llevarlos a cabo se sientan, de alguna forma, “señalados” precisamente por la sociedad y puestos en evidencia frente al resto de la opinión pública.
    Hoy en día hemos conseguido que la mayor parte de la población sienta rabia e indignación al recordar lo que los nazis hicieron; pues bien, contribuyamos a que se sienta vergüenza cuando uno no es capaz de hacer autocrítica, de ponerse en el lugar de los demás. Contribuyamos a que nuestros dirigentes sientan por ejemplo vergüenza al manipular la información cuando utilizan una doble vara de medir según sus intereses partidistas.
    Sí, contribuyamos a esto, pero sin duda, la primera piedra en este duro y largo camino es ser uno mismo autocrítico y pensar que no existe una única verdad, sino una verdad que, en otras palabras, podríamos denominar diálogo y comprensión, o lo que es lo mismo, ponerse en el lugar de los demás para comprender realmente el verdadero significado de la expresión “Derechos Humanos”.
    Y si esta es la primera piedra, la segunda es la educación, inculcar unos valores comúnmente aceptados como pueden ser la solidaridad y la defensa de estos Derechos Humanos a unos jóvenes que en pocos años ocuparán nuestro puesto en la sociedad.


Víctor J. Maicas
*escritor.
Desde Castellón, España.

Enrique Arias Vega. Artículo



UN PAÍS DE GOLFOS

    Nuestro propio Gobierno reconoce que en España hay una economía sumergida de, al menos, el 16% del PIB.
    Con semejante porcentaje de actividad productiva sin control ni fiscalidad alguna, todos los datos oficiales resultan meras conjeturas o piadosas aproximaciones a la realidad. Por ejemplo, las cifras de paro: solo conque la mitad de esas tareas sumergidas las realicen aparentes desempleados, el paro de este país no debe superar el 12%. Así se explicaría el que no se haya producido un estruendoso estallido social.
    A partir de ahí, la picaresca y la golfería colectiva están servidas.
¿Cuántos de esos falsos parados perciben a la vez un salario y el subsidio de desempleo? ¿Cuántos impuestos nos ahorraríamos si no abundase la pregunta "con IVA o sin IVA" al contratar las famosas "chapuzas"?
    Todavía es frecuente el que un taxista se ofrezca a dar recibos por importe superior al de la carrera realizada. O que un médico de la Seguridad Social extienda recetas que sabe van a ser revendidas.
    Con esa permisividad del fraude, no podemos escandalizarnos luego de las falsas peonadas del PER, de ayudas de la PAC desviadas hacia consumos privados, de ERES que benefician a amiguetes sin relación alguna con la empresa afectada, de informes falsificados por inútiles asesores de instituciones públicas, etc., etc.
    Nadie parece librarse de esta epidemia. Hace años, los progres elogiaban al juez Estevill por atreverse a encarcelar a empresarios corruptos. Luego se quedaron mudos al saber que más corrupto era él, que los encerraba para hacerles chantaje.
    ¿Y por qué no existen leyes que fomenten la transparencia económica y castiguen cualquier corruptela?
Me temo que una pregunta tan sencilla tiene muy fácil respuesta: porque los legisladores, o sea, los políticos, participan como el que más en tales prácticas. Desde el asunto Filesa, hace 20 años, hasta los recientes casos Gürtel, Pretoria o Palau de la Música, los partidos políticos han sido los primeros en financiarse con tales prácticas: sobrecostes en obras públicas, comisiones, condonaciones de deudas, etc., etc.
    Lo que sucede es que, en época de vacas gordas, el abundante dinero generado de forma heterodoxa y embolsado de manera irregular contentaba a todos los trapisondistas que participaban en la cadena. Ahora, en cambio, cuando la pasta no llega para todos, muchos de ellos se sienten agraviados.
    Pero, tanto entonces como ahora, lo que sí queda claro es que éste sigue siendo un país de golfos y de pícaros.


Enrique Arias Vega.

Desde Valencia, España.