sábado, 12 de noviembre de 2011

Marisa Pascual. Artículo.





CARTA DE UN ADOLESCENTE A SU MADRE MALTRATADA.

No quisiera perturbar mis noches de tormento porque ya me siento solo sin sus gritos, una extraña añoranza mezcla de terror y hastío, donde intento descifrar sus ojos y hallar aquello que me quita y es tan mío, las sonrisas oscurecidas por una paliza, las manchas que en su cuerpo se han convertido en caminos conocidos, los gritos entre las sombras que ni las esquinas se atreven a mostrar, lágrimas desterradas en busca de ojos que las guarden, ilusiones esparcidas entre muebles demasiado cansados de contener el polvo de sus iras, miedos y deshonras, y es que yo aquí, tan solo y tan mío, tan acompañado, al menos la tengo, aun no se ha ido, aun me la deja aunque sea muerta del frío que en este hogar ya invade las paredes, que con vergüenza, muestran la miseria esparcida y condenada a ser fotografía de rencores ya caducos, techos ennegrecidos por el odio escapado de bocas mudas de alegrías...y es que yo aquí tan sólo y tan mío, tan acompañado, al menos la tengo, aún no se ha ido, aún me la deja aunque sea fantasma de su propia sombra que con terror, no sabe qué parte de su cuerpo proteger cuando ese chasquido anuncia que la puerta de lo que pudo ser hogar, dará paso a la persona cuyo aliento petrifica el escaso calor que permanece en nuestros cuerpos ya rendidos.


Marisa Pascual Montero.
Desde Madrid. España.

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