domingo, 20 de febrero de 2011

Isabel Oliver. Artículo.


DISCURSO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO




Desde el año 2008, en el Ateneo Blasco Ibáñez, Valencia, hemos iniciado una apuesta por la concienciación social en pro de la igualdad de derechos de más de la mitad de un género perteneciente a la raza humana, llamado mujer.

Todos sabemos que desde el siglo XX todas las Constituciones democráticas vienen incorporando una clara protección del derecho femenino a la igualdad en su articulado. En la nuestra de 1978 viene detallado explícitamente en su artículo 14 al rechazar la discriminación por razón de sexo. Sin embargo, esta discriminación se sigue cobrando su tributo de lealtad machista, al reflejarse en la violación del principio constitucional.

Muchas voces se alzan en apoyo del principio de igualdad y de ayuda a la mujer maltratada. Desde las entidades gubernamentales de cada país, a las organizaciones no gubernamentales en todo el mundo… y sin embargo, la violencia contra las mujeres no cesa.

Estamos asistiendo a una revolución anunciada. Una revolución que ha empezado desde el núcleo familiar, donde la mujer exige su derecho a la igualdad con su propia pareja en la toma de decisiones, en la educación de los hijos, en la realización de las tareas del hogar y se extiende fuera del reducto familiar buscando su sitio… y es ahí donde la mujer exige su derecho a la independencia económica por medio del trabajo remunerado. Y para conseguirlo exige poder ejercer su derecho a la educación universitaria, y desde ahí quiere poder ejercer su derecho de participación en condiciones de igualdad, en la organización jurídica, legislativa y ejecutiva de la sociedad del país en que vive.

Esta vindicación, reiterada por las mujeres de nuestra era, en los movimientos feministas del S. XIX, ha ido conquistando con presupuesto de éxito el reconocimiento de igualdad de la mujer en las leyes. Pero la mayoría de las sociedades están aquejadas de una fuerte tradición machista: Desde hace muchos siglos los hombres han legislado y, por tanto, han elaborado unas leyes que les eran favorables y que les situaban en un status de dominio frente al género femenino.

Todos estamos de acuerdo cuando decimos que en el último siglo los avances tecnológicos y  científicos han hacho progresar a la Humanidad más de lo que lo había hecho en los últimos diez siglos anteriores.

En justa consecuencia, las aspiraciones tradicionales han sufrido un brusco cambio: la mujer no se conforma con su único papel, asignado por el varón, de generadora de vida, de callado apoyo, y muchas veces, impulsora de los logros masculinos. Reclama su sitio. El reconocimiento a su valía. Y lo hace en primer lugar desde su hogar, provocando así la resistencia de su compañero, que se niega a perder su primacía. Resultado: mujeres sicológicamente maltratadas, mujeres físicamente agredidas, mujeres muertas a manos de quienes  se creen con derecho a quitar la vida, porque la vida de una mujer les parece inferior al absurdo deber de respetar y cumplir las leyes que el maltratador impone.

Ante esta cruel realidad los poetas no podemos quedar impasibles. Se dice de nosotros que tenemos una sensibilidad especial; y por eso creo que hemos de comprometernos.
Es por ello que pido a todo poeta que quiera comprometerse con la causa de defender los derechos de la mujer, que escriba un poema de denuncia. Pero todos sabemos que la denuncia por sí sola no basta: ha de tener el respaldo político y cultural necesario para llegar a crear conciencia social. Por eso desde el Ateneo Blasco Ibáñez  hago una llamada a los  dirigentes  políticos y culturales para que se sumen a nuestros actos, cuando se lo pidamos, para leer cada uno un artículo del Titulo I de la Constitución, que como es sabido son los referidos a los Derechos Fundamentales de la Persona.  Los poetas leerán su poema y al final daremos lectura a la  carta que el Presidente del Gobierno, D. José Luis Rodríguez Zapatero nos ha enviado sumándose así a estos actos.

Este mismo evento ya lo hemos repetido seis  veces en la Comunidad Valenciana, en distintas instituciones  emblemáticas. Así, uniendo Política y Cultura en un proyecto común, la sociedad sabrá que por encima de los colores políticos, por encima de las ideologías, Política y Cultura se dan la mano en un proyecto de apoyo a los derechos de la mujer.

La sociedad tiene que saber que hay una serie de intelectuales comprometidos con la causa de apoyo a los Derechos Humanos, y que la clase política y medios de comunicación tienden su mano ante una realidad que no admite discrepancia de criterios, sino unidad para atajar su mal.

La Constitución es la Carta Magna donde se recogen los derechos y deberes de los españoles. En su Título preliminar, artículo 1. 2ª, dice: “La soberanía reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Siendo el articulado del titulo I el encargado de fijar la protección de los Derechos fundamentales de la persona.

Por eso, los representantes de instituciones políticas y culturales leerán los artículos de este titulo, y por eso, los poetas leerán su poema de denuncia. Puede parecer sólo un gesto simbólico, pero de momento podemos crear confianza para que la mujer maltratada sepa que toda la sociedad la respalda, y tome fuerzas para denunciar los malos tratos de que esté siendo víctima. Puede que así, con el rechazo unido y clamoroso de todos los ciudadanos, el maltratador asuma que tiene un problema, se lo piense dos veces antes de volver a agredir y busque ayuda para solucionarlo.

Si a lo largo de  estos actos somos capaces de aportar nuestro pequeño esfuerzo y sumar nuestra voz a las voces de las instituciones gubernamentales y de las ONEGS que trabajan por los derechos de igualdad de la mujer en el mundo, habremos obtenido la mayor de las satisfacciones: que el mundo de las mujeres diste un poco menos de el de los hombres.

Muchas gracias.


Isabel Oliver
Presidenta del Ateneo Blasco Ibáñez

miércoles, 16 de febrero de 2011

Isabel Oliver. Poesía.

                                 


NIÑO DE LA BUENA SUERTE

Niño de tierra de fuego:
tez morena y ojos negros.
Has nacido en luna nueva
de la sabana,  en un pueblo.

Tienes el pelo rizado,
la boca de roja fresa,
un hoyuelo en la barbilla
y las pestañas espesas.

En un pueblo que levita
entre miedos ancestrales,
todos han querido ver
con tu venida, señales:

Una vaca que ha parido
tres terneros: todos maman.
Una bandada de pájaros
que hacía tiempo no pasaba…

y desde el día de ayer,
cuando tu madre a luz daba,
se cubrió el cielo de nubes
y ha llovido esta mañana.

El hechicero del pueblo
solemne inicia su danza
y dice que ve a tu lado
un ángel negro con alas.

A los dioses invisibles,
que te protejan reclama;
que todos han contemplado
que eres el que esperaban.

¡Niño de la buena suerte,
negrito de la sabana!
Enviado de los dioses:
luna nueva y esperanza.


Te van trayendo regalos
las gentes alborozadas:
un candil, un taparrabos,
flechas y un arco de caza.

No tienen oro ni incienso,
pero la mirra no falta;
que es alimento del pobre
y para todos alcanza.

Cazadores del poblado
te traen de la sabana,
un cachorro de león
y una pequeña jirafa.

Un cocodrilo chiquito,
una tortuga de agua,
un loro multicolor,
un avestruz y una garza.

Niño de tierra de fuego:
¡Qué feliz va a ser tu infancia
iniciándote en ser hombre
con el amor de tu casta!

El más viejo del lugar
y más sabio en la sabana,
medita algo afligido
el regalo que te falta:

Un cayuco; por si acaso
se destruye la esperanza
de que puedas prosperar
sin tener que irte a España.








Enrique Arias Vega. Artículo.




CUANDO EL PARO SEA DEL 7%

Estamos tan acostumbrados ya a altísimas tasas de paro que la falta de trabajo solo parece preocuparles a quienes lo padecen.
Por eso, un Gobierno impávido se congratula aquellos meses en que no se destruye empleo, como si con un 20% de parados aún quedasen muchos puestos de trabajo por destruir.
Nos hemos resignado, pues, a la fatalidad, ya que nuestra reforma laboral sirve para facilitar el despido en vez de incentivar el empleo. El paro se ha convertido en una alternativa de vida y los subsidios en una forma de ingresos, como si ambas situaciones fuesen normales y no una aberración.
¿Cuántos años serán precisos, en estas condiciones, para que el paro sea solo del 7%? ¿Diez años, veinte? ¿O tal eventualidad no es ni siquiera posible dado nuestro anquilosado sistema de relaciones laborales?
Si no conseguimos incorporar al mercado de trabajo a ese 40% de jóvenes en paro endémico, si no frenamos la sangría del fracaso escolar, si no aumentamos la productividad de unos trabajadores faltos de motivación, si no reorganizamos las empresas en vez de propiciar tontas regulaciones de empleo y jubilaciones anticipadas, vamos directamente a la catástrofe.
Lo más importante para salir de ese vórtice, para evitar una sociedad de castas con trabajo o sin él, con esperanza o con resignación, es repartir los sacrificios entre todos y no endosarlos a los más débiles: pensionistas y funcionarios.
Eso ya sucede en otros países donde no hay especies laborales protegidas y en los que un empleo y unos salarios equitativamente repartidos permiten atender a ese mínimo 7% de parados en vez de despilfarrar en un terrible 20% de desempleo.
    





Enrique Arias Vega. Artículo.


GRACIAS A ETA

Si yo fuese un tipo inmoral como Rufino Echevarría, Diez Usabiaga y otros de su calaña, estaría eternamente agradecido a ETA y besaría allá por donde pisan los terroristas.
Estos siniestros personajes permanecen visiblemente detrás de esos otros que, como Iñaki Zabaleta, ofrecen la nueva cara —democrática y pacífica, dicen— de la izquierda radical abertzale.
Gracias a ETA, la sedicente izquierda a la que representan tiene una presencia desproporcionada e impone un temor totalitario que no habría logrado por la simple fuerza de los votos. Lo mismo, vamos, que Adolf Hitler, quien llegó al poder gracias a las urnas, pero habiendo zurrando la badana a sus adversarios mediante sus fuerzas de choque.
ETA también ha allanado el camino para que las sucesivas versiones de Batasuna —su instrumento electoral— pudieran acceder a ayuntamientos y cajas de ahorro, parlamentos y diputaciones y se beneficiaran de ellos con total impunidad.
ETA ha practicado no sólo el asesinato, la mutilación, la extorsión y el sometimiento moral de dos generaciones, sino que también ha conseguido la limpieza étnica —otra analogía con el nazismo— al haber forzado a exiliarse a más de 200.000 vascos.
¿Cómo no van a estarle, pues, agradecidos sus beneficiarios?
Por eso, aunque Sortu rechace ahora la violencia futura, dado que ya no la precisa para recoger sus frutos, sigue sin condenar el terrorismo pasado, del que es legítimo heredero.
Así, pues, mientras la izquierda abertzale siga agradecida a ETA y no exija ya su rendición incondicional —sin mediadores ajenos que equiparen víctimas y verdugos—, no puedo creer en sus buenas y nuevas intenciones.    


Renée Nevárez. Artículo.



 
LA CIUDAD-MADRE
Por Renée Nevárez, desde Méjico
El eco de la ciudad se arremolina lejos, en el epicentro de su cielo enardecido, por las orillas de su febrero calvo, en la cúspide de sus cerros mudos, grises. La gente avanza por la tira de asfalto pero no llega a ninguna parte, a los mismos puntos: la hermosa catedral ahumada por el descuido, las plazas derruidas como si un ejército hubiera guerreado en ellas y luego se hubiera marchado (olvidando la basura de su reyerta); las calles cuesta abajo, cuesta arriba, desordenadas, atiborradas, difíciles, y sus puertitas insondables, hocicos entreabiertos que no se sabrá jamás a dónde llevan, qué contienen.
Las mujeres salen con afán de invisibilidad; las pobres, por supuesto, las débiles, las jóvenes, las que deben transitar por esas calles, traspasar esas puertas y perderse en el engranaje de aquella absurdidad cotidiana que, sin embargo, se ha hecho costumbre como el propio miedo con el que despiertan, con el que aman, con el que sueñan. Es su pan y se lo comen, lo mal digieren, corre por sus venas y se apelotona en sus espíritus como un virus que luego destrona todo lo demás: la capacidad de respirar, las capacidades.
El pensamiento unívoco es el de protegerse, dar de sí los brazos amorosos y rodear a los suyos con una fuerza que sienten ante el desamparo como de trapo, fuerza moral que ya no es fuerza, que a nadie envuelve.  Y las jóvenes, con su cutis cobrizo barnizado y sus ojos como negras estrellas vívidas, se abren a la vida en mitad de la anti vida, y se abre paso la normalidad de su frescura, de su inocencia en el foco del rebaño, del que no es posible distinguir ovejas de las fieras, ni el infame manojo de los bárbaros entre la propia, verdadera humanidad.  
Y así mismo esta ciudad-madre, sitiada por el ultraje del sometimiento en favor del crimen, no puede alargar sus brazos para protegernos, como estas madres de la ciudad sin ley. Nadie puede, estamos solos, solos con “ellos”, a su merced.
La ciudad dormita su tristeza del desasosiego, su siempre repentino dolor de la sangre derramada, su desgarradura en cada mirada del terror, lugar por lugar en este laberinto de lugares olvidados, de postigos como fauces pintorreadas, de manos secas, ávidas, vacías.
Un largo silencio se hace grumo a nuestro alrededor, en el eco doliente de la ciudad, en su despiadado sol y su pesadez del aire por las esquinas, y se escucha el lamento cauteloso de las madres que rezan, el pavor de las hijas que tiemblan por cada pétalo florecido de su juventud, y las palabras amordazadas y la fuerza hecha un solo coágulo de los hombres que se acobardan ante la imposible, inconmensurable, desmesurada intención de socorrernos.


      

  

sábado, 12 de febrero de 2011

Enrique Arias Vega. Artículo.


UNA DÉCADA DE AUSTERIDAD

En pleno debate sobre si adelgazar o no las administraciones autonómicas, iniciado por Mariano Rajoy, nuestro vicepresidente Gerardo Camps debe decidir si endeuda o no a la Comunidad en los 500 millones más para los que tiene autorización. De momento, Artur Mas ya le ha dicho a Rodríguez Zapatero que Cataluña sí que necesita hacerlo  —aunque haya agotado su límite de crédito— por culpa del pufo que le ha dejado su predecesor, José Montilla.
Todo esto sucede en la semana en que Angela Merkel llega a Madrid para revisar nuestras cuentas, en pleno revuelo por la oferta alemana de acoger a titulados españoles que no encuentren trabajo en nuestro país. Esta posibilidad no resulta novedosa, puesto que en los dos últimos años ya han emigrado a otros países 120.000 jóvenes españoles de 25 a 35 años, profesionales altamente cualificados todos ellos. Por si los problemas de nuestro mercado laboral no fueran pocos, nos dedicamos, pues, a recibir inmigrantes sin formación y a exportar titulados con talento.
Este triste escenario ya lo había previsto el profesor Santiago Niño en su lúcido libro El crash del 2010, señalando las carencias de una economía española dedicada a actividades de factor trabajo intensivo, las cuales generan poco valor añadido y nos hacen más dependientes del sector exterior y del crédito. En su demoledor diagnóstico, concluía que "el mundo ha estado demasiados años malbaratando recursos " y que, en el caso español, "la consecuente depresión exterior puede alargarse hasta el 2020".
Por si eso no bastase para deprimirnos, las cuentas de la Generalitat aun resultan más complicadas. Todo el mundo coincide en que el Consell planea despidos generalizados en las empresas públicas para después de las elecciones, evidentemente. Por otra parte, aunque Paula Sánchez de León rebata la tesis privatizadora de las televisiones públicas que preconiza la secretaria nacional del PP, María Dolores de Cospedal, la RTVV tiene que hacer frente a inminentes pagos que no puede atender y ya algunos proveedores se niegan a seguir dándole servicio.
Incluso la hasta hace poco aparentemente saneada Bancaixa acaba de anunciar en labios de José Luis Olivas que tendrá que ajustar aún más el personal y vender oficinas para hacer caja. Pero, ¿es posible que todos, administraciones, entidades financieras, particulares,... se pongan a liquidar activos simultáneamente sin que se resienta por ello el mercado?
Por supuesto que no. Así que tendremos que apretarnos el cinturón más que los demás. No en vano nuestra tasa de paro del 22,9% es superior a la media española, por lo que necesitaremos que el PIB crezca más del 2% anual para crear empleo. También estamos a la cola en el nivel de enseñanza primaria y secundaria y el coste financiero de nuestra deuda excede al gasto en personal de la Administración.
Estos son unos pocos ejemplos de la década de austeridad que nos espera. Y es que, aunque la clase política siga predicando otra cosa, aquellos felices tiempos de duros a cuatro pesetas han pasado definitivamente a la historia.


Víctor José Maicas. Artículo.


LA INDIA, RELIGIÓN Y POBREZA


Cuando hace un tiempo estuve en la India vi cosas que me resultaron inconcebibles. Sabía que el injusto sistema de las castas se abolió con la independencia, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que son las mismas gentes las que todavía mantienen esa forma de sociedad. Por desgracia he visto mucha miseria en mis viajes, pero nunca como en la India. No por el grado o cantidad de la misma, sino por la resignación de sus habitantes ante ella.
Recuerdo cómo, al entrar en Jaipur, la ciudad me impactó completamente. A un lado y otro se sucedían casas y tiendas con unas condiciones higiénicas a las que no estamos acostumbrados en occidente. La calle era un hervidero de gente y vehículos. El sonido de los claxon era interminable, mientras bicicletas y rickshaws iban esquivando a aquellas huesudas vacas que campaban a sus anchas saqueando los montones de basura instalados por toda la ciudad. Conducir allí es un deporte de riesgo, y supongo que una de las condiciones básicas para obtener el permiso debe ser tener un elevado grado de reflejos para así poder esquivar todos aquellos vehículos, vacas y motocicletas que se te cruzan en cuestión de segundos. Cada cruce supone un riesgo añadido, y el bullicio y trasiego de personas es constante. Ser turista significa tener dinero, y esto son palabras mayores en una ciudad en la que los pobres y los vendedores ambulantes conviven en armonía a la caza de unas monedas que puedan aliviar su precaria economía. La ciudad te fascina en un principio por lo diferente, pero te marca por la tragedia de sus escenas, pues lamentablemente tus ojos observan cómo niños con deformaciones son exhibidos para intentar ablandar el corazón del viajero, mientras muchachos sin piernas se te acercan gateando para pedirte una limosna. Las aceras están ocupadas por los comercios, y tu única salida es ir esquivando los vehículos mientras por un lado el comerciante te insiste en que visites su tienda, y por el otro una escuadra de mendigos te suplica unas monedas que les ayuden a paliar sus necesidades. Con un poco de suerte, quizá consigas coger un taxi en la misma acera en la que te ha bajado, ya que de lo contrario has de hacer un acto de fe al intentar cruzar la calle sin sufrir ningún percance. Si desvías la mirada puedes apreciar cómo calles sin asfaltar, y crías de jabalí vagando por ellas, forman parte del centro de la ciudad. Fue curioso que entre tanta fauna dispersa por la calle, no observase gatos, pero un lugareño me explicó que éstos son incapaces de salir de dentro de las casas por el miedo de servir de cena a aquellas bandas de perros hambrientos que trasiegan en busca de alimento.
¿Cómo es posible que la gente crea en una religión que consienta y acentué las diferencias sociales?, me pregunté durante aquel viaje. Nunca dejaré de sorprenderme al ver, cómo unos cuantos, crearon una imagen distorsionada de lo que debería ser un Dios justo en beneficio de sus propios intereses. Es patético comprobar cómo muchos de los disturbios en la India se producen por luchas entre distintas religiones mientras que conseguir unas mejores condiciones sociales para erradicar la miseria, por lo que parece apenas tiene respaldo por parte de la población.
Fueron muchas más cosas las que vi en aquel viaje, como por ejemplo admirar la monumentalidad y belleza del Taj Mahal, en la ciudad de Agra, no sin antes observar la pobreza de los barrios que lindan con él pues un simple muro es lo que separa la sublime belleza del monumento con la patética realidad que lo rodea.


Víctor J. Maicas
*escritor

Víctor José Maicas. Artículo.



LA INDIA, RELIGIÓN Y POBREZA


Cuando hace un tiempo estuve en la India vi cosas que me resultaron inconcebibles. Sabía que el injusto sistema de las castas se abolió con la independencia, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que son las mismas gentes las que todavía mantienen esa forma de sociedad. Por desgracia he visto mucha miseria en mis viajes, pero nunca como en la India. No por el grado o cantidad de la misma, sino por la resignación de sus habitantes ante ella.
Recuerdo cómo, al entrar en Jaipur, la ciudad me impactó completamente. A un lado y otro se sucedían casas y tiendas con unas condiciones higiénicas a las que no estamos acostumbrados en occidente. La calle era un hervidero de gente y vehículos. El sonido de los claxon era interminable, mientras bicicletas y rickshaws iban esquivando a aquellas huesudas vacas que campaban a sus anchas saqueando los montones de basura instalados por toda la ciudad. Conducir allí es un deporte de riesgo, y supongo que una de las condiciones básicas para obtener el permiso debe ser tener un elevado grado de reflejos para así poder esquivar todos aquellos vehículos, vacas y motocicletas que se te cruzan en cuestión de segundos. Cada cruce supone un riesgo añadido, y el bullicio y trasiego de personas es constante. Ser turista significa tener dinero, y esto son palabras mayores en una ciudad en la que los pobres y los vendedores ambulantes conviven en armonía a la caza de unas monedas que puedan aliviar su precaria economía. La ciudad te fascina en un principio por lo diferente, pero te marca por la tragedia de sus escenas, pues lamentablemente tus ojos observan cómo niños con deformaciones son exhibidos para intentar ablandar el corazón del viajero, mientras muchachos sin piernas se te acercan gateando para pedirte una limosna. Las aceras están ocupadas por los comercios, y tu única salida es ir esquivando los vehículos mientras por un lado el comerciante te insiste en que visites su tienda, y por el otro una escuadra de mendigos te suplica unas monedas que les ayuden a paliar sus necesidades. Con un poco de suerte, quizá consigas coger un taxi en la misma acera en la que te ha bajado, ya que de lo contrario has de hacer un acto de fe al intentar cruzar la calle sin sufrir ningún percance. Si desvías la mirada puedes apreciar cómo calles sin asfaltar, y crías de jabalí vagando por ellas, forman parte del centro de la ciudad. Fue curioso que entre tanta fauna dispersa por la calle, no observase gatos, pero un lugareño me explicó que éstos son incapaces de salir de dentro de las casas por el miedo de servir de cena a aquellas bandas de perros hambrientos que trasiegan en busca de alimento.
¿Cómo es posible que la gente crea en una religión que consienta y acentué las diferencias sociales?, me pregunté durante aquel viaje. Nunca dejaré de sorprenderme al ver, cómo unos cuantos, crearon una imagen distorsionada de lo que debería ser un Dios justo en beneficio de sus propios intereses. Es patético comprobar cómo muchos de los disturbios en la India se producen por luchas entre distintas religiones mientras que conseguir unas mejores condiciones sociales para erradicar la miseria, por lo que parece apenas tiene respaldo por parte de la población.
Fueron muchas más cosas las que vi en aquel viaje, como por ejemplo admirar la monumentalidad y belleza del Taj Mahal, en la ciudad de Agra, no sin antes observar la pobreza de los barrios que lindan con él pues un simple muro es lo que separa la sublime belleza del monumento con la patética realidad que lo rodea.


Víctor J. Maicas
*escritor

José Manuel González. Artículo.



¡QUÉ LÁTIGO EL DEL NEGRERO!


El Roca Negra, barco esclavista de la compañía británica New World Sea Traders, apareció en el interior de la isla de Nueva Guinea, a gran distancia de la línea de costa. Un misterio aún no resuelto que desveló la gran tragedia del comercio de esclavos al encontrar en su interior restos de seres humanos con los grilletes sujetándoles a la pared. De esto hace ya muchos años, sin embargo, en las bodegas de El Roca Negra resuenan todavía los latigazos, los lamentos y el llanto de desesperación de los hombres y mujeres que tuvieron la desgracia de ser su pasaje. Todavía sube hasta la cubierta el hedor de los cuerpos sudorosos, hacinados en sus propias heces, por un transporte que les convertía en pura mercancía de la más baja consideración, que tras ser vendida con no poco lucro para el negrero, pasaba a convertirse en mano de obra gratis para el esclavista, del que dependía la vida y la muerte de los esclavos.
         Pero El Roca Negra, el Henrietta Marie…, y otros muchos no son más que actores de uno de los episodios más tristes y vergonzosos de la historia de la Humanidad, que con diferentes formas se ha sostenido desde los Babilonios, hasta nuestros días. Es cierto que sólo después de la Revolución Francesa en 1789 y la Declaración de los Derechos del Hombre, se iniciaron los procesos de abolición, bien instaladas las ideas de la Ilustración en los poderes emergentes que representaba la burguesía, que estaba atareada en una incipiente revolución industrial, a la que ya no le interesaba los esclavos, por la baja tasa de productividad que tenían frente al sistema de remuneración de obreros, que aunque mal pagados y con unas condiciones de vida pésimas, producían más, quizá, porque eran libres. Sin embargo, hasta que Dinamarca en 1792 no abolió la esclavitud, seguida, hasta 1860, por el resto de países europeos, los 30  millones de esclavos trasladados a puertos de las Indias americanas o vendidos a los terratenientes norteamericanos, en compañías legales, amparadas por la legislación de sus países, no dejarán de ser una lacra de la que empezaron a avergonzarse los movimientos abolicionistas surgidos en los siglos XVIII y XIX.
         ¿Pero, podemos decir que hoy la esclavitud ha desaparecido totalmente? Desgraciadamente no. Nuevas formas de esclavismo han ido apareciendo desde su abolición. Si bien es cierto que las instituciones internacionales luchan contra ella, que los gobiernos la tiene abolida oficialmente, la esclavitud el siglo XX y XXI se disfraza para no ser reconocida, aunque es tan difícil ocultarla que muchos gobiernos tienen que mirar hacia otro lado para  no verla. La ventaja para los esclavistas actuales es que ahora no tienen que ir a por los esclavos, ellos vienen solitos, además pagando, o los encuentran entre los márgenes más pobres de la sociedad; seres humanos dispuestos a todo con tal de encontrar un salario, por mínimo que éste sea, con el que poder alimentarse o buscar una vida mejor.
         Sólo tenemos que asomarnos a la gran explotación de niños que se produce en casi todo el planeta, pequeños humanos que con máxima dedicación al trabajo que se les permite realizar, están llenando las arcas de explotadores terratenientes, multinacionales, o pequeños patronos, sin la posibilidad de una educación que les abra puertas al futuro, sin infancia. Sólo en Latinoamérica 17 millones de niños entre 5 y 17 años son explotados laboralmente, 100 millones en el sur de Asia; en total más de 300 millones en los países más pobres del mundo, con jornadas  de 12 y 13 horas. Sin contar las miles de niñas que están en el lado más oscuro de la explotación, al tener que vender sus cuerpos como esclavas.
         Otra forma de esclavitud actual es la que sufren los campesinos indígenas en las zonas mas pobres del mundo, que sin medios para pagar sus deudas entregan sus vidas a contratistas privados, en un sistema que recuerda mucho a los siervos de la gleva de la Edad Media. Trabajos forzados de 12 millones de personas que están generando 32.000 millones de dólares de beneficio en el mundo. Una práctica de nueva esclavitud  de las que son beneficiarias principalmente las multinacionales, que después venden sus productos en el mundo rico.
         Pero quizá la forma más denigrante de esclavitud sea la explotación sexual de mujeres; un flujo de personas controlado por mafias que mueve 100.000 millones euros anuales (18.000 millones en España). Una esclavitud que condena a miles de mujeres a tener que vender su cuerpo al servicio de explotadores sexuales, sometidas a vejaciones, abusos y palizas. Mujeres que son auténticas esclavas sin posibilidad de escapatoria (en 2004 fueron liberadas en España 1.700, obligadas a ejercer la prostitución por proxenetas sin escrúpulos).
         Mujeres, niñas, niños, pobres, campesinos agrícolas, indígenas, son los nuevos esclavos del siglo XX y XXI. Una esclavitud, quizá salvo en el caso de la explotación sexual, que no se ajusta a una definición clásica, como la que da la enciclopedia Encarta 2006: “Estado social definido por la Ley y las costumbres como la forma involuntaria de servidumbre humana más absoluta. Un esclavo se caracteriza  porque su trabajo o sus servicios se obtienen por la fuerza, y su persona física es considerada como propiedad de su dueños, que dispone de él a su voluntad”. Pero que por ello no deja de tener el perfil histórico de dominación por la fuerza física o la fuerza psíquica, o simplemente por las urgencias de la pobreza. Nada a cambiado en el fondo ni desde Roma, ni desde el buque El Roca Negra, ni desde las novelas de Émile Zola, Charles Dickens o Víctor Hugo, que relataron las nuevas formas de explotación infantil del siglo XIX. Sólo un nuevo maquillaje disimula al esclavo y encubre al esclavista. Por eso es tan importante que la Declaración de los Derechos Humanos sea bandera del mundo globalizado, que los consumidores de los países ricos presionemos a las multinacionales para que pongan fin al sistema de producción esclavista con el que manufacturan sus productos en el tercer mundo. Que lo gobiernos se sientan obligados por los ciudadanos de sus países a encarar el problema y dejen de mirar hacia otro lado. Para que los versos de Nicolás Guillén queden sólo en el recuerdo literario, y no en expresión de la realidad:

¡Qué barcos, qué barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!

lunes, 7 de febrero de 2011

Heberto De Sysmo. Poesía

Heberto De  Sysmo
A GOLPE DE DESDÉN


Caminé hacia tu corazón con ojos vendados
me confundí en tu sombra, me acostumbré a ti,
y fui perdiendo la razón mientras contaba malos tragos
pisoteada cual alfombra, anhelando ser feliz.

Fui tu hazmerreir, me humillé, te busqué siempre
de tal forma que no entendía la gente
cómo pude rebajarme así,
hice todo cuanto estuvo en mi mano
mi corazón obedeció las ordenes como soldado
fracasé y no me arrepentí de nada,
mi alma se quedó helada
al saber de tu indiferencia arrogante,
y borraste todos mis interrogantes
a golpe de desdén.

Y viste que sin ti
mi Alma quedó llorando,
hiciste mi corazón pedazos
y con cada trozo yo te seguía amando.

Y dime Amor,
si las heridas sangran,
¿Cuántas lágrimas me quedan
para poder cerrarlas?.

Nuestro amor es
un asunto de locura,
y tus abrazos y besos
son el punto de sutura
para éste corazón,
corazón costurado y deshecho
que llora buscando algún pecho
donde ponerse a recordar.
Y recordar, recordar es  mirar hacia atrás
volver al pasado,
y ver las piedras del camino
por el que has ido sangrando,
y no quiero ser
ningún fantasma del recuerdo,
pues sino miro hacia el frente
me convertiré en espectro.
Afecto, eso es lo que yo quería,
un querer, un cariño, un amor que no venía
y yo compuesta
y esperando en la estación,
el expreso de los sin nombre
gritando tu nombre con pasión.

¡Qué vergüenza! ¡qué ridícula me siento!
llorando por un hombre vil
intento tras intento,
bajando escalones hacia el precipicio que me mira
hasta que de tu labia y sinrazones
me hiciste nacer la ira,
y toda mi rabia
toda mi rabia será empeño,
empeño por olvidarte
y poder cumplir mi sueño.

Y dime Amor,
si las heridas sangran,
¿cuántas lágrimas me quedan
para poder cerrarlas?

Yo fui por ti un payaso que sonreía triste
a pesar de los fracasos
a pesar que nunca me quisiste,
y fui feliz
buscando tus caricias,
anhelando ese beso que convierte al infierno
en el jardín de las delicias.
Pero eso ahora
ahora ya eso no me importa,
pues perdí ya la paciencia
con tus evidencias sobra.

He desnudado mi mirada
he visto a tu Alma sin disfraces
a través de un nuevo cristal,
y he descubierto que así como haces
no mereces tenerme enamorada
algún día sabrás qué hiciste mal…

no puedo odiar a aquello que amé
pero sí podré olvidarlo,
en tu delante me desangré
y no trataste de evitarlo.

Tuviste la oportunidad
de tenerme a tus pies
por tus besos sometida,
y el Destino ha querido
que pudiéndote querer
ahora sólo seas una herida.
Una herida de dolor incierto, pasado
por tus errores nuestro amor ha muerto
y ya no intento cambiarlo.
Intentaba explicarlo ¿pero para qué?
tengo toda una vida,
un futuro de horizontes soleados
de paisajes nevados
y oraciones tiernas,
ya no temblarán mis piernas
por el hombre equivocado,
y cruzaré las fronteras imposibles
hasta encontrar mi Edén,
tú me empujaste a mi futuro nuevo y libre
a golpe de desdén.

Me dijiste: “sácame de tu cabeza”
y me di cuenta de tu juego y tu bajeza,
me vi otra vez en el suelo con mi fuego
y tú manteniendo la entereza,
metiendo entre mis palabras tristes
comentarios de mucha dureza,
sacando pecho con siniestro encomio
y yo entre abismos de locura y tristeza…
pero te juro
que puedo llegar a odiarte con la misma ansia,
aunque no sea mi plan
sé que llorarás cuando recuerdes mi fragancia,
cuando a tus pensamientos vayan
mi sacrificio y mi constancia
por un amor que nunca protegiste,
y elegiste el camino por el que me perdiste…
así me diste
una experiencia muy importante,
en el tormento me curtiste
y hoy camino decidida mirando hacia adelante.

Y sé que algún día
entre otras cosas más importantes
me verás pasar por delante tuyo
esplendorosa y radiante,
henchida y plena
de amor, felicidad y buenos amigos
y sólo esperaré que la vida
te sea lo justa que fuiste tú conmigo.