miércoles, 16 de febrero de 2011

Isabel Oliver. Poesía.

                                 


NIÑO DE LA BUENA SUERTE

Niño de tierra de fuego:
tez morena y ojos negros.
Has nacido en luna nueva
de la sabana,  en un pueblo.

Tienes el pelo rizado,
la boca de roja fresa,
un hoyuelo en la barbilla
y las pestañas espesas.

En un pueblo que levita
entre miedos ancestrales,
todos han querido ver
con tu venida, señales:

Una vaca que ha parido
tres terneros: todos maman.
Una bandada de pájaros
que hacía tiempo no pasaba…

y desde el día de ayer,
cuando tu madre a luz daba,
se cubrió el cielo de nubes
y ha llovido esta mañana.

El hechicero del pueblo
solemne inicia su danza
y dice que ve a tu lado
un ángel negro con alas.

A los dioses invisibles,
que te protejan reclama;
que todos han contemplado
que eres el que esperaban.

¡Niño de la buena suerte,
negrito de la sabana!
Enviado de los dioses:
luna nueva y esperanza.


Te van trayendo regalos
las gentes alborozadas:
un candil, un taparrabos,
flechas y un arco de caza.

No tienen oro ni incienso,
pero la mirra no falta;
que es alimento del pobre
y para todos alcanza.

Cazadores del poblado
te traen de la sabana,
un cachorro de león
y una pequeña jirafa.

Un cocodrilo chiquito,
una tortuga de agua,
un loro multicolor,
un avestruz y una garza.

Niño de tierra de fuego:
¡Qué feliz va a ser tu infancia
iniciándote en ser hombre
con el amor de tu casta!

El más viejo del lugar
y más sabio en la sabana,
medita algo afligido
el regalo que te falta:

Un cayuco; por si acaso
se destruye la esperanza
de que puedas prosperar
sin tener que irte a España.








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