¡Jobar con Halloween!
Cada día que pasa hay menos trabajo pero más fiesta.
Ahora le toca el turno a Halloween, festejo que no tiene nada que ver con nuestra tradición, que muchos ignoran de qué va y que hasta hace pocos años ni siquiera sabían que existía.
Eso no obsta para que ahora los colegios interrumpan su jornada lectiva y que niños y no tan niños compitan con disfraces a cuál más extravagante.
Es que no dejamos pasar ni una sola fiesta. Y, por si no hubiera bastantes, seguimos inventándolas. Ya ven: la Tomatina de Buñol es un jolgorio colectivo que apenas si cuenta con 50 años de historia y ya se ha convertido en todo un clásico, con más tradición que muchas de las antañonas romerías populares.
Puestos a inventar, la localidad alpujarreña de Bérchules celebra el fin de año en pleno mes de agosto y concita a juerguistas de todas partes que están a la que salta, sea donde fuere.
Hay quien piensa que esta propensión española a la fiesta está impresa en nuestro ADN, como ahora se dice. Así se explicaría que, pese a tantas hipócritas normas contra el maltrato de los animales, continúen los toros embolados y demás festejos bárbaros y primitivos que jalonan nuestro país.
Lo peor de todo es que no hay quien le ponga el cascabel a ese gato, ni siquiera en estos tiempos de crisis económica. Porque mucho quejarnos de los posibles recortes sociales, sí, pero si se redujese drásticamente el presupuesto de las fiestas patronales es cuando la gente se lanzaría a la calle en una estruendosa protesta.
Al menos, en favor de Halloween, hay que decir que no le cuesta un duro a las arcas públicas. Algo es algo.
Enrique Arias Vega
Desde Valencia, España.
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