miércoles, 12 de octubre de 2011

Víctor José Maicas. Artículo






EL MAQUILLAJE MEDIÁTICO DE ISRAEL

    Para contrarrestar el posible reconocimiento por parte de Naciones Unidas del nuevo Estado Palestino durante este mes de septiembre, el gobierno israelí ha difundido hace unos días un vídeo totalmente parcial y manipulativo.

    Hay determinadas zonas del planeta que piden la independencia por cuestiones simplemente culturales (algo bajo mi punto de vista totalmente lícito y comprensible). Pero la independencia del pueblo palestino significará mucho más que eso, pues los palestinos dejarán atrás el yugo de la miseria y la opresión para intentar empezar a vivir con total libertad y dignidad.
    Posiblemente la mejor forma que tiene un Estado de eludir su propia responsabilidad cuando atenta contra los derechos de cualquier ser humano, es dar a entender al mundo que sería incapaz de cometer actos de ese tipo. Y es por tal motivo por el que a continuación les hago esta reflexión para explicar esa especie de manipulación mediática que por lo que parece el Estado de Israel está llevando a cabo desde hace tiempo (lo del vídeo difundido durante estos días es otro claro ejemplo de ello).
    Así pues, y como un simple ejemplo para explicar esto, les diré que hace un tiempo tuve la oportunidad de visualizar, por segunda vez, la película israelí “Vals con Bashir”, la cual recibió diversos premios en varios certámenes. Sabía que era una denuncia a la masacre de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila pero, siendo precisamente una producción israelí y además teniendo en cuenta que el film se exhibió sin problemas en los cines de aquel país, mis dudas acerca de la imparcialidad del mismo se incrementaron de una forma muy considerable. Así pues, quería tener mi propia opinión de una forma objetiva, y para ello la mejor manera de hacerlo era visualizándola sin haber escuchado antes ningún comentario en concreto ni a favor ni en contra del mismo. Decidí, en cierto modo, transformar la célebre y consumista frase del “busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo”, por la de “observe, piense y, finalmente, juzgue por usted mismo”.
    Bien, pues una vez visualizada, la verdad es que la película no defraudó mis expectativas debido a su calidad en sí, pero en cuanto al resultado final del mensaje debo admitir que me dejó un regusto agridulce. No les voy a contar el desarrollo de la misma, pues evidentemente pienso que deben ser ustedes mismos los que formen su propia opinión, pero sí les diré que así como el film me parece un magnífico alegato contra la guerra y sus miserias, sin embargo pienso que quizá en el fondo trata de justificar, de una forma totalmente injustificable (es posible que sin pretenderlo el autor de la película), la verdadera responsabilidad del Estado de Israel en esta masacre. Y más, cuando después de aquellos hechos se han seguido produciendo actos que podríamos calificar como totalmente reprobables, ya que hay que recordar que en cada ataque hacia la población de los campos de refugiados palestinos Israel no suele permitir la entrada ni a periodistas ni a observadores internaciones, algo que digamos, no es muy recomendable para salvaguardar los Derechos           Humanos de la población que reside en dichos lugares.
    Pero voy a quedarme con una escena del film, una escena donde, de alguna forma, se comparan los campos de Sabra y Shatila con el gueto de Varsovia de tal forma que se da a entender que es precisamente el pueblo israelí el que, habiendo sufrido aquella trágica experiencia, sería incapaz de consentir una barbarie como esa.
    Bien, pues llegado a este punto, creo que de todos es bien sabido la verdadera responsabilidad que Israel tuvo en las matanzas de Sabra y Shatila, por más que se trate de desviar la atención hacia otras cuestiones (no digo que los israelíes en general estuvieran de acuerdo con aquello, pero de lo que no me cabe la menor duda es que muchos de ellos miraron hacia otro lado a la hora de pedir responsabilidades a sus dirigentes tras lo sucedido). Pero les invito a un juego, un macabro juego podríamos decir, ya que si en esta película sacan a relucir el gueto de Varsovia para quizá intentar convencer a la opinión pública de que el Estado israelí nunca sería capaz de consentir algo semejante, vamos a comparar brevemente algunas cosas ocurridas en dicho gueto, con lo que durante estos años ha estado sucediendo en el mayor gueto de la historia de la humanidad, Gaza. Pero eso sí, con la salvedad de que aquello ocurrió en plena segunda guerra mundial y a espaldas del mundo, mientras que el conflicto palestino-israelí de hoy en día se está retransmitiendo en vivo y en directo sin que la Comunidad Internacional y la opinión pública mundial haga, incomprensiblemente, nada eficaz por remediarlo.
    Así pues, juguemos al tétrico juego, por tratarse de lo que estamos hablando, del “observe, compare y, finalmente, juzgue por usted mismo”. Y lo voy a hacer desde una perspectiva totalmente objetiva para que así no se me intente tachar de partidista, y para ello utilizaré dos películas que, evidentemente, no están catalogadas como anti-israelíes, como son “El pianista” y “La lista de Schindler” (esta última transcurre en el gueto de Cracovia). Dos films, dicho sea de paso, magníficos no sólo por su calidad artística, sino sobre todo por su calidad humana denunciando aquella barbarie que nunca jamás hubiese tenido que haberse producido.
    Por lo tanto, y evidentemente sin pretender comparar al cien por cien estos guetos, empecemos comparando muy brevemente tan sólo algunas de las situaciones ocurridas en ellos, puesto que el tema da tanto de sí, que de lo contrario en lugar de ser un artículo periodístico se podría convertir en una pequeña novela, y este, evidentemente, no es momento ni lugar para ello. Comparemos pues, de una forma muy escueta, en primer lugar la vida en los guetos: tanto en “El pianista” como en “La lista de Schindler” podemos ver que el pueblo judío es despojado de todas sus posesiones y obligado a trasladarse al gueto. Hoy en día, muchos de los habitantes de los campos palestinos son personas obligadas a abandonar sus tierras y las de sus antepasados para vivir en unos guetos a los que actualmente se les denomina “campos de refugiados”, supongo que porque la palabra gueto queda malsonante a nuestra delicada sensibilidad de hoy en día.
    También observamos en estas películas cómo los habitantes de los guetos de Varsovia y Cracovia malvivían cercados por el hambre, la miseria y las enfermedades. Bien, pues durante estos últimos años, y según diversas informaciones, en Gaza malviven aproximadamente 1.500.000 personas de las cuales un altísimo número están en paro, tienen una red de hospitales a los cuales se les priva en innumerables ocasiones de electricidad y ni tan siquiera tienen aseguradas medicinas tan básicas como la anestesia para las intervenciones quirúrgicas. Recordemos también que la población de Gaza sobrevive básicamente por la ayuda internacional que entra en cuentagotas pero, aún así, recuerdo que en ocasiones de los 500 camiones diarios que se necesitaban para su subsistencia, algunas organizaciones denunciaron que el Estado de Israel tan sólo dejaba entrar unos 200. Eso, siempre y cuando no se agrave la situación bombardeando los almacenes de víveres de Naciones Unidas, como ocurrió recientemente y sin ninguna sanción contundente por parte de la Comunidad Internacional.
    Pero dejemos el hambre, las enfermedades y la miseria, y centrémonos en la dignidad. Recordemos cómo en “El pianista”, ilustres ciudadanos y gente de a pie eran obligados a vivir entre muros, pues no se les consideraba personas, sino simples animales y, en el mejor de los casos, atracciones circenses para hacer pasar un buen rato a algún ciudadano de “origen superior”. Pues si nos vamos ahora al gueto de Gaza, supongo que muchos sabrán que Gaza ha estado sitiada de tal forma que se ha llegado a convertir en la mayor “cárcel del mundo”, al tiempo que su población ha estado cercada de tal manera que no ha tenido derecho a libres desplazamientos fuera de ésta. Y quien más o quien menos, ha visto documentales en donde algún soldado israelí daba a entender frente a las cámaras del reportero, sin aparente miedo a posibles sanciones o repercusiones, que retenían horas y horas a aquellas gentes en los pasos fronterizos no siempre por cuestiones de seguridad, y que no se trataba de personas, sino de animales. También hemos visto en algún reportaje cómo algún palestino ha tenido que tocar el violín y “bailar” para divertir al centinela israelí en cuestión al pasar un check- point, algo similar a lo que se nos muestra en las películas anteriormente mencionadas.
    Pero hablemos ahora del tema de la “seguridad”. Esta era la excusa que el ejército nazi aducía para realizar purgas en el gueto, pues según parece todo lo que fuese resistencia estaba considerado, de alguna forma, terrorismo. ¿Les suenan estas palabras? Hoy en día parece que cualquier voz discordante en Palestina, sea cual sea generalmente su postura, suele estar considerada en muchas ocasiones como terrorista por parte de las autoridades israelíes. Bien, como ya he dicho antes, podría expandirme muchísimo más en el tema, pero creo que con lo comentado ya existe materia suficiente como para poder crearse una primera opinión.
    Por lo tanto, y ahora que se debate en la ONU la posible independencia definitiva de Palestina, ¿no creen que el pueblo palestino ya ha sufrido demasiado y que merece sin duda un significativo y justo reconocimiento por parte de la Comunidad Internacional? ¿Y no creen que el Estado de Israel debería dejar ya de buscar excusas para justificar lo injustificable a través de su potente maquinaria propagandística? ¿Y no creen también que Naciones Unidas debería, como mínimo, respaldar la propuesta hecha en su día por Obama de respetar las fronteras de 1967, y así finalmente reconocer el nuevo Estado Palestino?
    En fin, sin lugar a dudas hay muchos más interrogantes que responder (el tema de los refugiados y un largo etcétera), pero pienso que todos se han de resolver a través de un diálogo mutuo de ambas partes cuyo fin sea ineludiblemente la creación de forma inmediata del nuevo Estado Palestino.
    Y por supuesto, esperemos que dentro de unos años no tengamos que hablar en presente de la existencia de guetos, pues ni los judíos de Varsovia y Cracovia, ni los palestinos de Gaza y Cisjordania, ni ningún otro ser humano, merecen pasar por tal sufrimiento y humillación.


Víctor J. Maicas
*escritor.
Desde Castellón, España.


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