COLGADA COMO UNA SUICIDA
Escribo sin tinta, ni papel,
con la pluma de oro
que tú me regalaste.
Miro el mar frío como el mármol.
¿O no es el mar?
Escucho
tus silencios grabados en mi piel
como alfileres
y tus gritos impregnados en mis ojos.
Temo tu poesía, tus palabras
y a ti, que ya no estás conmigo.
La silueta de las palmeras
se refleja como una sombra,
mi cuerpo yace sobre la arena.
No crees que sea yo.
Desde tu cárcel o la mía
me sueltas al vacío, llenándome de lluvia.
¿Acaso puedes arrepentirte?
¿Ya no hay alternativa? ¡Qué más da!
De todos modos
la muerte no es terrible. Sólo es muerte
la certeza del olvido.
Soy feliz, aquí en el manicomio.
¿Cuántos años nos quedan?
Meses, semanas, días, instantes,
horas, tal vez?
¿Quién dirá la última palabra?, o el último poema?
Un triunfo, un éxito. El Premio Nobel será para mí.
Ya no caminamos juntos. Ahora me escribirás cartas
desde una celda, y a oscuras. Dentro de ti mismo
inerte, abro los ojos, para cerrarlos al instante.
Soy libre y me perfumo de romero ¡La Libertad!
Para sentirme herida y rota ¡El abismo!
Respiro profundamente, y miro al cielo ¡Sueño!
Para hundirme y caerme.
Todo esto en tan sólo un año, o tal vez…
¿Ha sido más tiempo?
¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes?
Tengo miedo de tus palabras. De tus gestos endurecidos,
de tu mirada y de tu boca.
Me echas a mí la culpa de tu amargura.
¡Sal de ti mismo y vive! Pronto se acaba el tiempo.
No lo sabemos. Piénsalo.
No es literatura barata. Ni necia filosofía de un libro.
Sale cara la nostalgia. Tú no te das ni cuenta.
De un libro cualquiera. El libro de la Vida.
Estás muerto. No sientes. Sólo odio y venganza.
Nada vale la pena. Cuenta lo que tienes, que todo es frágil
pero, no quieres saberlo, eres cobarde.
Te escondes en tu mundo, que ya no es feliz,
porque ya no lo encuentras. Me lo achacas a mí, y te ríes.
No quieres vivir, ya no sabes lo que quieres. Ya no sientes.
Sólo odio y venganza.
Dices: ¡Tú sí vives en el mundo feliz!
Dime, ¿dónde está ese mundo?
Yo lo quiero para mí. Vivirme y desear más vida.
No rompas lo que queda. Son pedazos, nada más.
Vuelve y sal de la oscuridad.
La vida no pasa dos veces.
¡Otra vez, no, por favor!
Yo no quiero morir. Ahora pienso, si ella se murió de pena
O la mataste tú.
Amparo Peris Hernández.
Desde Valencia, España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario