EL HOMBRE
Llevo la espalda llena de agujeros,
de pozos negros, nidos de la muerte
que, poco a poco, va haciéndose más muerte
a costa de la vida.
Ya sé que no me lloras.
¿Para qué añadir al fuego de la sangre
el ingrediente estéril de las lágrimas?
Veo tantas personas
con las espaldas llenas de alfileres
clavados por celosos defensores
del orden, de la causa o del progreso.
En mí clavó el arpón
el clérigo celoso de la causa
que olvidó los efectos y defectos
que causa la tal causa.
El médico de la seguridad social
que se ha creído eso
porque él sí que la tiene.
Sin embargo,
a pesar de tantísimo seguro,
lo único seguro
es la inseguridad que padecemos.
El profesor que enseña
la ciencia que profesa
de esa manera tan profesional.
El comerciante
que dispara su flash de mil colores
llenado de agujeros los bolsillos
y perdemos la sangre gota a gota,
la sangre y el sudor de tantos días.
El político que, fiel a su partido,
quiere sacar partido de nosotros;
y así estamos: Partidos.
El torero, el guardián, el periodista,
el artista, albañiles y banqueros…
Y hasta el padre y la madre.
Cuándo vais a aprender que es preferible
que se mueran todas las instituciones
antes que un solo hombre
escupa sangre o bilis.
Pues lo único que importa,
Como decía el poeta,
lo único,
es el hombre.
Pedro José Moreno.
Desde Valencia, España.
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